domingo, 20 de marzo de 2016

Capítulo 10 - Cómo capturar un troll

Luego de varias horas caminando lograron encontrar el rastro de un troll, y lo siguieron hasta la entrada de una cueva no muy lejos del bosque que estaban bordeando.

En el interior de la cueva no se veía absolutamente nada ya que era casi de noche. Uno de los pocos hechizos que Jamies aún podía realizar era el de luz, por lo que encantó una roca para transformarla en un foco luminoso y la arrojaron al interior.

La roca atravesó el aire, iluminando el interior de la cueva poco a poco hasta revelar un enorme troll y un gigante de las colinas agazapados al fondo, aparentemente compartiendo una comida.

Las criaturas reaccionaron a la luz y se escondieron en las sombras de la cueva, esperando a que sus agresores se acercaran. Ante esta situación solo quedaba entrar y atacar, como siempre.

Poco a poco fueron avanzando, siempre atentos a encontrar su escondite antes de ser encontrados. En el fondo pudieron ver el cadáver de un pequeño oso completamente destruido, sus tripas esparcidas por el lugar. La cena del troll y del gigante, aparentemente.

Los trolls no son conocidos por su sigilo, ni los gigantes, por lo que los escucharon antes de verlos. Estaban detrás de unas salientes rocosas, el gigante a la izquierda y el troll a la derecha.

Jinei se abalanzó de frente contra el gigante, que era tres veces su estatura cabe aclarar.
Como si estuviera en un frenesí asesino arqueó su espada y se la enterró en la rodilla antes de que el gigante lograra reaccionar, cortando la carne hasta el hueso y haciéndolo chillar de dolor.

Pero eso no fue suficiente. Liberó la espada de la pierna del gigante y se la volvió a enterrar con todas su fuerzas, destruyendo los cartílagos y uniones y fracturando el hueso.

El gigante soltó un alarido de furia y levantó el tronco de árbol que tenía en la mano. Lo revoleó intentando darle a Jinei pero este esquivó, logrando asestarle un tercer golpe en la rodilla que terminó de amputarle la pierna.

El gigante se tambaleó y cayó sobre la rodilla destruida, llevando una mano al piso para impedir caer al piso. Estaba herido, pero sus ojos estaban encendidos de furia. Revoleó nuevamente el tronco contra Jinei, esta vez si logrando golpearle y haciéndolo volar por los aires.

Reggae Shark, ahora en forma de oso polar, aprovechó la distracción y se abalanzó contra el gigante. Se le prendió de una rodillla y con sus garras comenzó a destruirsela, imitando la estrategia de Jinei.

Una vez expuesto el hueso Naimbroth y Jamies concentraron sus ataques mágicos allí. La rodilla restante del gigante estalló con el impacto y este se vino abajo, haciendo resonar la tierra.

Mientras tanto, Igor y Hegrael fueron en busca del troll. Este era bastante más pequeño que el gigante, pero aún así no bajaba de los 3 metros de altura. Lo más importante que hay que saber sobre los trolls es que se auto-regeneran con rapidez, por lo que la táctica consistía en dejarlo inconsciente y que su regeneración lo mantuviera con vida.

Igor fue adelante, llamando su atención y revoleando su mayal. El troll cayó en la trampa, pues no era muy inteligente, permitiendo que Hegrael le saltara sobre la espalda y le inmovilizara los brazos con una llave.
En estas circunstancias el troll no pudo impedir que Igor le reviente la cara de un mazazo. Le dio una, dos, tres veces hasta hacerlo encogerse de dolor, chillando y escupiendo sangre verde de su boca.

El troll echó a correr hacia una pared y en el último momento se giró, aplastando a Hegrael entre sí mismo y la roca. Eso probablemente le rompió algunas costillas al monje, quien cayó al piso sin aire y colocando sus brazos protectivamente sobre su pecho.

Del otro lado de la cueva Jinei continuaba esquivando los porrazos del gigante, que estaba ahora totalmente enfurecido con el pequeño humano metálico que intentaba cortarle la pierna.
Jinei esquivó primero a la derecha y luego hacia atrás, haciendo que el gigante se estirara hacia él.

Reggae Shark le saltó sobre la espalda y lo tumbó en el piso. Con sus garras comenzó a desgarrar la piel de su espalda. El gigante se giró hacia un costado para sacarse al oso polar de encima, pero Reggae Shark fue más rápido y logró mantenerse sobre él. Se acercó a la cabeza del gigante que estaba ahora boca arriba y enterró sus garras en sus ojos, dejándolo ciego y completamente fuera de combate.

Por diversión querían dejarlo con vida, sin piernas ni ojos, hasta que la madre del oso que mataron volviera a la cueva y se encargara de terminar el trabajo, pero sus gritos y chillidos eran demasiado molestos y decidieron rematarlo.
Jinei se paró detrás de su cabeza, levanto su espadón con ambas manos y se lo enterró en la frente, atravesando su cráneo y cerebro hasta que la punta de la espada tocó el piso.
El gigante quedó allí tumbado, inmóvil, mientras la sangre continuaba brotando de sus piernas y ojos.

El troll, por otro lado, estaba demostrando ser un adversario más peligroso de lo que anticiparon. Igor había logrado asestarle un golpe en el brazo, fracturando el hueso en varias partes, pero el troll ya lo había regenerado y continuaba atacando viciosamente al paladin.

Igor ya empezaba a cansarse y sus ataques se volvían más lentos y predecibles, y con Hegrael fuera de combate el troll estaba comenzando a lograr la victoria.

A unos cuantos Hegrael logró ponerse de pie y aún con las costillas rotas se preparó para realizar su mejor maniobra.
Tomó carrera y saltó, consiguiendo alturas que pocos humanos podían alcanzar, y le dio un planchazo en la oreja que envió troll directo al piso, desorientado y ligeramente sordo.

Igor aprovechó la oportunidad para acercarse y darle en el pecho hasta dejarlo al borde de la muerte, pero el troll ya estaba recuperando la conciencia y comenzaba a recuperarse de los golpes más rápido de lo que lograban dárselos.

Con el gigante muerto, Jinei corrió hacia ellos a toda velocidad y le rebanó un brazo al troll de un golpe. El troll chilló de dolor, aún tumbado en el piso, permitiendo que el resto del grupo le de con todo lo que tenían hasta que ya no se movía.

Pero el troll no estaba muerto. Sus heridas comenzaban a cerrarse y su brazo ya comenzaba a volver a crecer. No muy rápido, pues tardaría algunos minutos en quedar como nuevo, pero rápido si uno consideraba que le estaba creciendo el brazo que acababan de rebanarle.

Se apresuraron a atarlo con las cadenas que habían traído hasta dejarlo hecho un gusanito metálico, el cual procedieron a arrastrar por la montaña mientras se retorcía e intentaba liberarse.

Un éxito.

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