martes, 4 de octubre de 2016

Capítulo 21 - El gran escape, parte 5

La pequeña habitación que se encontraba en el centro de esa enorme habitación, que ahora se encontraba bañada en sangre, era un misterio.

Quizás Naimbroth se encontraba allí. Quizás aún continuaba con vida. Y quizás aún podrían escapar todos con vida. Un montón de quizás, y la experiencia había mostrado que las cosas nunca eran tan simples.

En la pared a los costados de la puerta habían dos pequeñas muescas que encajaban perfectamente con los anillos de los magos que habían matado. Arrancaron los anillos de sus manos inertes y los colocaron en los huequitos, y como por arte de magia la puerta se abrió.

Naimbroth no estaba allí.

A ambos costados habían decenas de cajones metálicos que ocupaban las dos paredes laterales, y en cada cajón habían dos pequeñas muescas idénticas a las exteriores.

Un depósito, probablemente para guardar las pertenencias de los presos.

La tripulación hojeó hacia dentro sin muchas ganas de entrar. Naimbroth no estaba allí, y toda la situación gritaba "trampa". Pero podían haber cosas de valor, y valía la pena investigar.

Hegrael tomó la iniciativa y entró en la habitación. No sucedió nada y se relajó. Quizás no habían trampas después de todo.

Se acercó a un cajón al azar y colocó ambos anillos en los huequitos, y el cajón se abrió de golpe revelando las pertenencias de Naimbroth. Lamentablemente al mismo tiempo se cerró la puerta de la habitación, dejando a Hegrael encerrado allí.

Eso no sería tan malo si no fuera por el gas venenoso que comenzaba a invadir la habitación. Hegrael tomó rápidamente las cosas de Naimbroth y corrió hacia la puerta, pero estaba sellada totalmente. Si bien aguantaba la respiración, podía sentir como su piel comenzaba a picarle y ponerse roja.

Del otro lado de la puerta el resto del grupo intentaba abrir la puerta con todas las herramientas que tenían. Es decir, con fuerza bruta.

Lenta y dolorosamente lograron abrir la puerta lo suficiente como para colar los dedos y poder agarrarla con más firmeza, y al fin lograron entrar.

Hegrael yacía inconsciente en el piso y su pie estaba comenzando a pudrirse. gracias al gas tóxico. Lo arrastraron hacia afuera y lo reanimaron, pero la pierna estaba perdida. Qué uso tenía un monje sin pierna, nadie lo sabía, pero ahora ya estaban comprometidos con la situación y había que continuar.

Igor y Reggae Shark se acercaron al ascensor y echaron una mirada. El hueco era de forma cuadrada, con unos tres o cuatro metros de distancia hacia la pared opuesta, donde una cadena de largo infinito continuaba hacia arriba, a la superficie, y hacia abajo, a los niveles de mayor seguridad de la prisión. El camino era hacia abajo, y de eso no había ninguna duda.

—Hay que saltar —declaró Igor.

—Estás mal de la cabeza —dijo Jamies— No sabemos qué tan profundo es.

No importaba. Igor se agarró bien la mochila, tomó unos metros de carrera y saltó hacia el vacío sin vacilar. Su cuerpo impactó contra la pared opuesta y manoteó hasta agarrarse de la cadena, quedando suspendido en ese túnel vertical unos pocos metros debajo de la salida donde se encontraban los demás.

Reggae Shark miró a los osos que había invocado y pensó qué hacer con ellos. No habían muchas opciones ya que los osos no son muy buenos trepadores, así que les ordenó que salten para abajo del túnel y los observaron caer hacia el fininito. Nunca oyeron el ruido del golpe.

Poco a poco los demás fueron imitando a Igor, y así descendieron lentamente por casi una hora hasta encontrar una nueva salida. Una extraña luz rojiza provenía de este nivel, que se prendía y apagaba a intervalos irregulares. El hueco del ascensor continuaba hacia abajo, pero decidieron explorar este nivel primero.

Igor, quien estaba más cerca, se asomó lentamente a inspeccionar el túnel cuando la luz roja estaba apagada, y automáticamente volvió a esconderse.

—Hay dos guardias en la primer habitación —susurró— pero hay una reja que nos separa. Más al fondo una habitación enorme que no se puede ver mucho.

—Quizás uno de los guardias sepa dónde está Naimbroth —dijo Anderson.

No había más que decir. Igor apoyó los pies en la pared y se dio impulso para saltar hacia la salida del túnel. Cayó con un enorme ruido y los guardias saltaron del susto. Cargó con toda su fuerza contra la reja, logrando doblarla bastante pero no romperla.

Atrás cayó Jinei y Reggae Shark transformándose en forma de eso, y entre los tres lograron derribar la reja.

Los guardias no pudieron ofrecer resistencia y fueron subduídos con facilidad.

—¿Dónde está Naimbroth? —preguntó Jinei.

—En la celda 12 —balbuceó uno de los guardias— pero es peligroso entrar...

—Mejor, porque vas a entrar primero —dijo Igor.

El guardia echó una mirada hacia la habitación del fondo y tragó saliva, pues en ese momento se podía distinguir con claridad un enorme elemental de fuego que patrullaba la habitación.

Igor sonrió.

—Esto se pone divertido.

martes, 27 de septiembre de 2016

Capítulo 20 - El gran escape, parte 4

Nadie esperoóa que el humo terminara de disiparse. Con un grito de guerra Jinei entró a toda velocidad levantando su espadón sobre su cabeza. La espada descendió hasta interceptar el brazo de un guardia que intentaba en vano sacar su espada de la funda, rebanándolo por completo y dejando al pobre infeliz chillando de dolor en el piso.

Detrás salieron Igor y Hegrael directo a otros 2 guardias que jugaban a las cartas, dejando a uno inconsciente y a otro con una gran contusión en la cabeza. Jamies lanzó una bola de fuego hacia el fondo donde 2 guardias habían interrumpido su charla mientras miraban estupefactos el despliegue de violencia, haciendo volar la mesa por los aires, junto con los 2 guardias.

Recién ahí se detuvieron a apreciar el lugar. Era como una gran habitación con otra más pequeña en el centro. Solo algunos guardias quedaban en pie, pero en el fondo pudieron ver a 2 magos haciéndose invisibles y preparándose para contraatacar.

Jinei cargó hacia el fondo en busca de esos magos. Quizás eran invisibles, pero era solo cuestión de que la espada le emboque a su posición aproximada, y que Newton haga el resto. Hegrael e Igor fueron en busca de los demás guardias que ahora sí estaban listos para defenderse, pero apenas entablar combate se notaba su inferioridad.
Sin embargo ninguno tuvo tiempo de matar a nadie, ya que uno de los magos lanzó un hechizo contra ellos, dejándolos ciegos momentáneamente.

En este momento fue que las paredes que daban contra la habitación central se abrieron, y de allí salieron 2 armaduras animadas que brillaban con una luz interna roja.

Jamies lanzó otra bola de fuego hacia el fondo, logrando darle a uno de los magos y logrando que pierda la concentración en su hechizo de invisibilidad.

—¡No veo una mierda! —gritó Jinei.

—¡Atrás tuyo! —advirtió alguien.

—¡¿Dónde?! —preguntó Jinei.

El impacto llegó inesperado a la parte inferior de su espalda, casi tirándolo al piso.

No era momento de estar ciego. Hegrael recayó en su viejo entrenamiento en el templo y se tomó un momento para concentrarse y canalizar su Ki hacia su vista, logrando recuperarla. Las armaduras animadas seguían atacando sin piedad, una sobre Jinei y la otra sobre Igor, quienes estando ciegos no eran capaces de ofrecer demasiada resistencia a sus golpes. Lamentablemente no había tiempo de ayudarlos.

Corrió a toda velocidad hacia el mago en el fondo y descendió sobre él con una lluvia de golpes, dejando su cara hecha una pulpa. Desafortunadamente esto no hizo nada para remover la ceguera de los demás, quienes seguían tirando manotazos al aire intentando encontrar a las armaduras vivientes.

Anderson cargó a la batalla con sus manos brillando de energía divina.

—¡Metan huevo maricones! —gritó, alcanzando a Jinei y canalizando el poder de su dios hacia su herida en la espalda. Jinei se incorporó, recuperando la visión y jurando una instantánea venganza contra la armadura que se cernía sobre él. Tomó el espadón con ambas manos y giró sobre sí mismo con toda la fuerza y el odio que una persona pueda empuñar. La continuidad del espacio-tiempo se rompió ante la hoja afilada, al igual que la armadura animada que tenía en frente, destruyéndola al instante.

Igor ya se estaba hartando de su ceguera, pero gracias a los espadazos que estaba recibiendo logró ubicar la posición aproximada de la armadura que lo estaba arruinando. Levantó el mayal y le dio con toda su fuerza hacia adelante. Si bien no pudo ver lo que sucedía, su brazó sintio el impacto, y sus oídos escucharon el ruido del metal abollándose y perdiendo su forma.

—¡AHHHHHHH! —gritó con toda su furia, cargando su mayal de energía necrótica y atacando nuvamente al aire delante suyo. Una vez más el golpe dio en el objetivo, y esta vez la armadura se tambaleó amenazando con caerse al piso. Sus movimientos comenzaban a ser más torpes y lentos, y gracias al ruido que hacía era fácil saber dónde se encontraba.

El mago en el fondo comenzaba a apreciar su precaria situación. Sin poder huír, solo le quedaba liberar su magia más devastadora y lanzó una bola de fuego al centro de la habitación, hiriendo a todos de gravedad.

—¡Maldita criatura impía! —gritó anderson. Sus ojos brillaron con energía divina, creando un aura de divinidad y pureza al rededor suyo que creció y creció hasta estallar, revitalizando a todos sus compañeros.

Nadie sabía donde estaba ese mago, pero un oso no necesita de su vista para encontrar su preza. Fue así que Reggae Shark y sus dos osos invocados mágicamente pudieron rodear la batalla y arrinconar al mago.

—¡¡Ataque!! —gruñó Reggae Shark. Al menos eso hubiera dicho si fuera humano, pero todo lo que salió fue —¡¡ GRAAAWWRRRRR!!!

Los osos cargaron hacia adelante y uno se llevó puesto al segundo mago que aún permanecía invisible. Una vida de estudio y meditación forman un cuerpo débil que no puede resistirse a la fuerza bruta de un oso polar saltándote encima, y este mago no era la excepción. Un tarascón a la yugular y se terminó el problema.

Recuperando el aliento el grupo se quedó observando la masacre. Los siete cadáveres estaban desparramados en distintas partes de la habitación, y la sangre había cubierto gran parte del piso y las paredes de un hermoso color rojo. Del Rebuque estaban todos vivos, y todos más o menos enteros. Una entrada exitosa.

jueves, 19 de mayo de 2016

Capítulo 19 - Interludio: El verdadero demonio.

Se llevaron al Capitán Naimbroth a rastras, imposibilitado de realizar hechizos, con ojos y boca vendados, y un par de fuertes brazos que lo llevaban a quién sabe dónde.

Entraron en una amplia habitación donde habían muchas personas, y pese a que no podía verlos sentía como era el objeto de su atención. Se detuvieron cerca del centro y escuchó el intercambio entre uno de sus captores y otro hombre.

—¿Nombre del prisionero? —dijo una de las voces.

—Aún no lo sabemos —contestó su captor.

—¿Motivo del arresto? —continuó la primera voz.

—Asesinato en primer grado, intento de secuestro y conspiración con demonios —respondió su captor.

La tensión en el aire se elevó instantáneamente. Sentía las miradas de todos clavadas en él, y no pudo evitar dejarse llevar por el momento y sonreír con malicia. Automáticamente varias personas dieron un paso atrás, alejándose de él.

—¿Algo más que debamos saber? —continuó interrogando la primer voz.

—Estaba con un Dragonborn druida que logró huír. Un ciudadano estaba en la escena, pero no estaba involucrado en el crimen.

—Llévenlo a la sección B, celda 27 —ordenó la primera voz— Lukems, no hay demasiados semidemonios en la ciudad. Averigua lo que puedas sobre él, así como del druida y del ciudadano. Arréstelos si es necesario.

—Sí señor —respondió una tercer voz.

—Tenaj, estás a cargo del interrogatorio —continuó la primer voz.

—Sí señor —respondió una cuarta voz.

Arrastraron al capitán unos metros y activaron una palanca. Un mecanismo comenzó a resonar debajo de él, y sintió como poco a poco iba descendiendo mientras el sonido del mecanismo se hacía más fuerte.

Mientras descendían una mano debilucha agarró a Naimbroth de la quijada, moviéndolo de derecha a izquierda.

—Hmmm, no serás tan popular con las chicas cuando terminemos contigo —dijo Tenaj.

Naimbroth se soltó e intentó morderle la mano con toda la fuerza posible, pero sus dientes solo encontraron aire y chocaron entre sí.

—Nada más espera a que yo empiece contigo —respondió Naimbroth— deberías ver como quedó el último que me torturó.

Tenaj echó a reír con ganas, como si le hubieran contado un buen chiste.

—Tienes espíritu. Me gusta. Sin embargo debo aclararte que la tortura es un método primitivo, y en este caso el último recurso. La magia, sin embargo, es un método mucho más efectivo de meterse en la mente de una persona. Cuando terminemos contigo deberías considerarte afortunado si logras articular algo más que monosílabos.

Eso no sonaba bien. Si se metían en su cabeza, sabrían los nombres de toda la tripulación, de Baxter, de cuál era el barco y su tripulación. Y lo peor es que no había nada que pudiera hacer al respecto. Era solo una cuestión de tiempo hasta que rompieran las barreras de su mente.

—Veo que vas entendiendo —continuó Tenaj— Aquí en Venore somos más civilizados. Debo confesar que me dejaste algo curioso sobre quién te torturó antes y por qué.

Naimbroth permaneció en silencio. Ya había empeorado su situación por abrir la boca, y no tenía muchas ganas de continuar empeorándola.


Lo tiraron en su celda mientras preparaban la sala para él, donde tuvo tiempo de reflexionar sobre su situación.

La realidad es que estaba jodido. Por un momento entretuvo la idea de que su tripulación lo rescatase, pero pronto se dio cuenta que era imposible. Para la mañana siguiente el Rebuque Infernal estaría a kilómetros de distancia, seguramente asaltando algún barco mercante.

Se recostó contra la pared en la oscuridad de su celda mientras esperaba a que vinieran por él. No estaba muy nervioso por el interrogatorio, sino algo molesto por la idea de que encontraría su fin aquí. El Capitán Naimbroth moriría algún día, de eso no había duda, pero esperaba que fuera en gloriosa batalla y no en una celda subterránea mientras torturaban su mente.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una presencia en su habitación. La puerta no había sido abierta, y estaba bastante seguro que estaba solo cuando entró.

—Nos volvemos a encontrar, Naimbroth —dijo una voz profunda y siniestra.

—Maestro —respondió Naimbroth poniéndose de pie. Hace casi una década que no veía a su maestro, no desde que había hecho el pacto con él para obtener sus poderes.

—¿Para esto es que te concedí poder? ¿Para que mates a alguien frente a una multitud y consigas que te encierren?

Naimbroth permaneció en silencio. No había respuesta correcta a esas preguntas, y lo mejor era quedarse callado.

—Te daré una oportunidad más —dijo la voz— En este momento tus compañeros planean como rescatarte, y tengo en mente darles una mano sin que lo sepan. Sin embargo, tú no durarás ni un día aquí sin mi ayuda.

Una oportunidad más. Cuando uno de los 9 Archidemonios del infierno te ofrecía una oportunidad solo había una manera de responder.

—Estoy a su servicio, maestro.

—Te protegeré de sus hechizos. La tortura física tendrás que soportarla así aprendes a no regalarte tan fácilmente, y para demostrarme que estás comprometido con tu servicio hacia mi.

El demonio le quitó la venda de los ojos. Pese a que Naimbroth estaba en una celda totalmente a oscuras, sus ojos de semidemonio le permitían distinguir formas y tonos de grises.
Una enorme sombra se cernía sobre él. No tenía ojos, ni cara, ni forma alguna, pero irradiaba un poder terrible y amenazador.

—Esto puede doler un poco —le advirtió el demonio.

Una garra se extendió desde las sombras y enterró las uñas en uno de sus ojos, arrancándoselo antes de que pudiera reaccionar. Naimbroth hizo un esfuerzo por no gritar de dolor, pero sentía como una lágrima se escapaba del ojo que le quedaba.

La garra se volvió a extender hacia él y le colocó un ojo distinto. Sintió como se reparaba mágicamente y volvía a poder ver con ambos ojos, solo que ahora uno de ellos no pertenecía a él.

—Lo único que debes hacer es proteger ese ojo —dijo la voz con un tono aún más oscuro y aterrador— Si lo pierdes no habrá fin a tu tormento.

—Volveremos a vernos, capitán Naimbroth —dijo la voz mientras colocaba la venda sobre sus ojos nuevamente, y luego la presencia se desvaneció por completo.

Un instante después la puerta se abrió la puerta.

—¿Estás listo? —preguntó Tenaj.

martes, 10 de mayo de 2016

Capítulo 18 - El gran escape, parte 3

El topo Reggae Shark se había topado con un pequeño inconveniente en sus excavaciones.
Una pared subterránea de roca sólida trancaba su camino, y sus garras ni siquiera le hacían rasguños.
Cavó túneles a su alrededor y rápidamente vio que se trataba de una única habitación cuadrada de unos 10 metros de lado.

Eso sí que era extraño.

Con la intención de averiguar la extensión de la habitación comenzó a descender, siempre pegado a la pared de roca. Después de un rato descendiendo llegó a la conclusión de que se trataba del hueco de un ascensor.

Esto cambiaba todo. La verdadera prisión era subterránea, y era muy probable que Naimbroth estuviera en algún lugar abajo de la tierra.

Continuó descendiendo hasta encontrarse con una saliente del túnel que se extendía horizontalmente, aunque bastante más de lo que quiso explorar. A partir de ese punto el túnel continuaba descendiendo, pero ahora estaba compuesto de un material mucho más duro y extraño.

Sin muchas más ideas sobre qué hacer al respecto, volvió en busca del resto de la tripulación.


—Esto hace que sea mucho más difícil —dijo Jamies— si entramos acá, salir va a ser mucho más complicado.

—Es cierto —concedió Hegrael— quizás podramos entrar, pero nos estarán esperando cuando intentemos salir.

—¿Y si volamos la pared? —preguntó Anderson— ponemos un barril de pólvora, añadimos un poco de fuego, y PUM, tenemos puerta de entrada y salida.

—Interesante —comentó Igor contemplativamente.

—Podría funcionar —concedió Jamies— Con las distracciones en la superficie, y considerando profundidad que estamos, seguramente ni nos escuchen.

—Entonces voy a hacer muchos, muchos túneles —dijo Reggae Shark con emoción— así no sabrán por dónde seguirnos cuando escapemos.

En ese momento Baxter bajó al sótano a reunirse con ellos.

—Muchachos, les tengo malas noticias —dijo—. Han puesto señales de "Se busca" para Reggae Shark y Jinei. Si el capitán está hablando ...

—¡El barco! —exclamó Jamies— ¡Hay que decirle a Lyonel que lo saque de la bahía!

—Pero ... ¿no les preocupa que mencione a los demás? —preguntó Baxter.

—Al contrario, ojalá nos nombre —dijo Igor poniéndose de pie— Me siento demasiado limpio sin una recompensa por mi cabeza. Muchachos, ya sabemos lo que hay que hacer. Es hora de poner manos a la obra.


Durante la siguiente semana continuaron los preparativos para el asalto a la prisión. Vendieron todo lo que no era imprescindible y compraron la máxima cantidad de pólvora posible, dejando apenas unas 300 monedas de oro de reserva.

Se marcaron 3 objetivos para hacer explotar, acorde a lo hablado. El puerto, el mercado, y el barrio noble. Eso, sumado con el Troll que soltarían en la Universidad alcanzaría para una buena distracción, y otorgaría la oportunidad necesaria para la operación.

Reggae Shark se encargó de crear un laberinto subterráneo absolutamente imposible de navegar, dejando un poco de orina en los caminos correctos para así poder reconocer el camino de salida.

Ahora solo quedaba el momento de la verdad.


Cientos de metros bajo tierra, la pared exterior de la prisión estaba fría al tacto, pero Hegrael podía percibir con sus sentidos aumentados varias fuentes de calor dentro. El sol saldría pronto, y con él comenzaría una nueva era al son de explosiones y gritos de la población de Venore.

Este era el lugar. Este era el momento.

—Compañeros —dijo Igor en tono solemne— Hoy se marca el fin de una era, una era de armonía y paz que se ha extendido más de la cuenta, y se marca el comienzo de otra era. Nuestro era.

—¡Hurra! —coreó el resto de tripulación emocionados.

—A partir de mañana, nuestro nombre será temido en todas las ciudades de hombres, enanos y elfos —declaró haciendo un puño con su mano— Los comerciantes temblarán al salir al mar sabiendo que el Rebuque Infernal se encontrará allí, pronto para emboscarlos.

—¡¡¡Hurra!!! —volvieron a gritar, alzando sus puños y armas.

—Sea cual sea el resultado hoy, sepan que ya habremos pasado a la historia, y que los bardos cantarán canciones sobre nosotros en los años por venir.

—¡¡¡¡HURRA!!!! —gritaron con toda su energía, liberando toda la tensión y la adrenalina del momento.

Hegrael se acercó lentamente al barril de pólvora que se encontraba junto a la pared mientras el resto de la tripulación lo observaba expectante, y cuidadosamente encendió la mecha con su antorcha.
—¡Cúbranse! —exclamó, alejándose a toda velocidad del área de impacto.

¡BOOOM!

miércoles, 13 de abril de 2016

Capítulo 17 - El gran escape, parte 2

—¡¿Qué mierda quieren?!

—Hola Frans —saludó Reggae Shark despreocupadamente.

—Necesitamos usar tu mazmorra —dijo Igor sin rodeos.

Frans echó a reír tan fuerte que escupió toda su bebida y casi se cae de su silla. Mientras limpiaba su toga hizo señas a un zombie bastante pequeño que iba y venía con una bandeja de bebidas para que se pusiera a limpiar.
Mirando al zombie con más atención se podía ver que era bastante parecido al mediano que habían secuestrado hace unos días...

—Sí, yo también por si no lo notaron —dijo Frans— Háganme el favor de desaparecer de mi vista.

—Mira, es algo que va a suceder —dijo Reggae Shark— te estamos avisando solamente porque nos caes bien.

—Pfff —dijo Frans encojiéndose de hombros— ¿y se puede saber para qué?

—Necesitamos cavar unos túneles para infiltrar la prisión —se apresuró Jamies.

Igor y Reggae Shark le dedicaron una mirada asesina, pero lo dicho dicho está.

—¿Infiltrar la prisión? —preguntó Frans retóricamente— Están mal de la cabeza, igual que ese clérigo demente.

—¿Qué clérigo? —preguntó Igor.

—Él también quería infiltrar la prisión —explicó Frans— dijo algo sobre liberar a un amigo de él. Obviamente le dije que no pensaba ayudar a un lunático como él.

—¿Cómo se llama? ¿Dónde lo encontramos? —preguntó Igor.

—Anderson, vive cerca de aquí, la casa que está totalmente repleta de símbolos religiosos. Imposible perderla.

—Bien —dijo Igor— Jamies, vamos. Reggae Shark, vos...

Pero Reggae Shark ya no estaba más allí, y en su lugar había un topo gigante y escamoso.
El topo se acercó a las paredes y comenzó a olfatear mientras los demás lo miraban con curiosidad, inspeccionando la roca que constituía la pared hasta encontrar el punto débil, y empezó a desgarrar la roca con sus garras.

—Trata de no interrumpir mi trabajo —dijo Frans dirigiéndose al topo, quien sacudió la cola en respuesta.


Apenas llegaron a la casa de Anderson se hizo evidente que había algo raro con este tipo. Un símbolo extraño estaba dibujado por todos lados, en las paredes, la puerta, incluso en un cartel clavado en el patio delantero, pero ni Igor ni Jamies tenían idea de de qué dios se trataba.

Igor golpeó la puerta tres veces y esperó.

—¿Quién anda ahí? —se escuchó desde dentro de la casa.

—Tus nuevos mejores amigos —dijo Igor— abrí la puerta.

La puerta se abrió de un golpe, dejando ver a un hombre en sus treinta años, armado como para salir a luchar contra los muertos vivientes y con una mirada errática que parecía no lograr concentrarse en una sola cosa a la vez.

—¿Anderson? —preguntó Jamies.

—¿Quién pregunta?

—Mi nombre es Jamies, y él es Igor. Tenemos un interés común ...

Anderson lo interrumpió con un gesto de su mano. Se quedaron en silencio por unos instantes mientras se frotaba la barba pensativamente. Sus ojos se enfocaron en Jamies con una mirada penetrante e inquisidora, y por un momento sintió como si el clérigo pudiera entender sus pensamientos.

—Cuenten conmigo —dijo al fin.

—Pero no llegamos a discutir los detalles ... —comenzó a decir Jamies, pero fue interrumpido por Anderson nuevamente.

—No hace falta. Me uniré a ustedes. ¿Cuándo iremos a rescatar a nuestros compañeros?

domingo, 10 de abril de 2016

Capítulo 16 - El gran escape, parte 1

Reggae Shark paseaba por los techos de Venore bajo la forma de un gato negro, tomando nota de dónde se ubicaban los guardias, las patrullas, torres de vigilancia, y puntos de control en la cercanía de la prisión.

Era un gran edificio triangular de tres pisos rodeado por muros tan altos como los muros exteriores de la ciudad, y totalmente plagado de guardias y oficiales. Y no solo eso, sino que habían muchos magos en la vuelta también.
En cada punto de control habían al menos dos de ellos, revisando todos los objetos mágicos que llevaban las personas que entraban y salían, así como encantamientos y demás. Entrar invisible no iba a ser posible.

Qué había dentro de la prisión y cómo estaba organizada era aún un gran misterio, fuera de lo que baxter les había contado.

Consistía de 3 sectores principales:

El primer sector se utilizaba para prisioneros de poca importancia, como ladrones o personas con sentencias cortas.

El segundo sector se utilizaba para los más peligrosos, como asesinos o piratas, y también para los magos que requerían celdas especializadas para contenerlos.

El tercer nivel nadie sabía lo que era. Ni siquiera se sabía con certeza si era real. Era un nivel reservado para las criaturas más poderosas, y una vez metían a alguien ahí jamás era vuelto a ver. Si Naimbroth estaba siendo retenido allí, no había chance de liberarlo.

Cualquiera fuera el caso, si lo encontraban culpable de brujería y de hacer tratos con demonios (lo cual era cierto, obviamente), sería ejecutado públicamente al amanecer en una semana.

Baxter fue lo suficientemente amable como para prestarles el uso de su sótano para que puedan planificar el gran escape.

—Necesitamos una distracción —dijo Jinei.

—Una distracción bastante grande, dirás —dijo Hegrael— es una de las prisiones más protegidas que hay.

—Podríamos colocar varios barriles de pólvora por la ciudad —se aventuró Igor— y detonarlos todos juntos.

Jamies, que estaba jugando a quemar una rata que había encontrado por ahí, decidió que se había aburrido y terminó de explotarla.
—Es la idea más estúpida que escuché jamás —dijo.

—¿Y si usamos el troll de Fergus? —preguntó Reggae Shark— Podemos decirle que lo libere en el momento que entremos.

—Es una buena idea, pero no creo que sea suficiente —dijo Hegrael.

—Claro que no es suficiente —dijo Igor— pero si explotamos la mitad de la ciudad ...

—¡No vamos a explotar la mitad de la ciudad! —dijo Hegrael— Morirá mucha gente que no tiene nada que ver.

—¿Y? —preguntó Igor levantando las cejas.

Era una pregunta sensata. ¿Qué mierda les importaba esta gente?

—No creo que sea tan mala idea —dijo Jinei— entre las explosiones y el troll tendríamos bastante caos para movernos con libertad.

—En ese caso tenemos suficiente para 12 barriles de pólvora —dijo Igor— pero no creo que debamos gastarlo todo.

—Con 10 alcanzará —dijo Jamies mientras buscaba una nueva rata para torturar. Por suerte las había en abundancia.

—Hay que ubicarlos bien —dijo Reggae Shark— maximizar el impacto.

Por un rato estuvieron en silencio, tratando de decidir cuáles eran los mejores lugares para hacer explotar.

—Dos en el mercado —dijo Igor— al amanecer ya estará rebozando de gente.

—Al menos tres en el muelle —agregó Jinei— si reventamos algunos barcos podemos dejar el muelle entero inutilizado.

—Dos más en el distrito de clase alta —dijo Hegrael— se pondrán nerviosos y la guardia deberá recurrir a ellos también.

—Eso nos deja con 3 barriles —concluyó Jamies— los cuales tendremos que utilizar para volar la pared de la cárcel.

—Esperen esperen. ¿Volar la pared de la cárcel? —preguntó Reggae Shark— ¿Y qué tal volar el piso?

Todos lo miraron atónitos sin comprender qué estaba diciendo.

—¿El piso?

—El piso —reafirmó Reggae Shark— puedo transformarme en un topo gigante y cavar túneles por debajo de la ciudad hasta llegar a la cárcel por debajo.

—Eso ... no es tan mala idea —dijo Hegrael.

—La mazmorra de Frans está bastante cerca de la cárcel —dijo Jinei— podríamos partir de ahí.

—Está decidido entonces. En marcha.

Con todos de acuerdo era hora de dividir tareas. Fue una decisión general que ni Reggae Shark ni Jinei debían mostrarse en la calle, así que le recayó a Hegrael el ir a comprar la pólvora mientras Igor y Jamies le pegaban una visita a Fergus.

Una llegaron a su casa tocaron la puerta. Tres segundos después Igor ya estaba listo para patearla abajo, pero por suerte Fergus alcanzó a abrir la puerta y no fue necesario.

—¿Qué hiciste con el troll? —preguntó Jamies— ¿Ya lo liberaste?

—Aún no —respondió Fergus— En unos días es el consejo de magos y pensaba aprovechar la oportunidad.

—Negativo —dijo Igor— Necesitamos que lo liberes dentro de exactamente 6 días.

—Pero ... el consejo es en 3 días —balbuceó Fergus, pero se interrumpió a sí mismo cuando Igor se levantó de su silla y se le acercó.

—En 6 días —repitió Igor amenazadoramente— ¿me entendiste?

—S-sí —alcanzó a decir Fergus— por supuesto.

—Muy bien. Hazlo exactamente al amanecer, ni un minuto antes ni un minuto después.

Lo siguiente sería ir a hablar con Frans y conseguir su permiso para utilizar su mazmorra. El pequeño nigromante no sería feliz con la noticia, por lo que Reggae Shark decidió esperar a Igor y Jamies para tener mayores oportunidades de convencerlo, o de no necesitar hacerlo...

domingo, 3 de abril de 2016

Capítulo 15 - Los crímenes de Hegrael

Una cosa estaba clara: nadie se iba de Venore sin el capitán. Pero antes de comenzar a elaborar el plan de rescate había que recuperar los brazos de Jamies, y rápido.

Sin tener al capitán para ir con la rutina del "ciudadano requerido a declarar", el grupo recayó a su técnica de resolución de problemas por defecto: la fuerza bruta.

Mientras Jinei, Reggae Shark y Jamies se escondían en la posada de Baxter, Igor y Hegrael se escabulleron por la ciudad y entraron al distrito de clase alta. Allí se quedaron en distintos techos buscando algún alto elfo que estuviera volviendo a su casa.
Hegrael fue el primero en encontrar uno.

Lo siguió hasta la casa, siempre utilizando el manto de la noche como su cobertura y manteniéndose a una distancia prudente. Lo vio entrar y ser recibido por su esposa y su pequeña hija, la viva imagen de una familia feliz. Pensó en su niñez creciendo sin padres y dudó si lo mejor era volver a su lugar de vigilancia, y así no tener que destruir ese núcleo familiar.
Rápidamente resolvió que eso no era posible. Se había comprometido con esta vida criminal y esta no era la hora de andar albergando dudas.

Buscó a Igor y volvieron a la posada con el resto del grupo. Allí les informó de su hallazgo, y se prepararon para asaltar la casa del elfo desprevenido.

—Muchachos, creo que es mejor es resolver esto sigilosamente —dijo Hegrael.

Igor acariciaba los pinchos de su mayal, tratando de sentir si este tenía sed de sangre esta noche.
—¿Por qué lo dices? —inquirió después de unos segundos.

—No queremos arriesgar a que arresten a más de nosotros —respondió Hegrael— y creo que seré capaz de matar al elfo y sacarlo de la casa sin ser detectado.

—Así que te crees pícaro —dijo Jamies— por mi está bien.

—Por mi también —dijo Jinei.

—Como quieran —dijo Reggae Shark.

—Vale —dijo Igor mientras miraba su mayal con aprensión— te acompañaré hasta allí en caso de que algo salga mal.

Así fueron entonces hacia la casa del elfo. Al llegar vieron que las luces ya estaban apagadas al igual que en la mayoría de las casas de la cuadra.

Hegrael se había pasado los últimos días entrenando sus sentidos al punto de poder detectar fuentes de calor, incluso detrás de las paredes, y así fue que pudo ver dos figuras adultas durmiendo juntas en el segundo piso, y una niña también durmiendo en otra habitación.

Con sus herramientas de ladrón destrancó la puerta delantera de la casa y entró, siempre atento a cualquier sonido o movimiento en el piso superior.

Muy despacio avanzó por la casa en busca de las escaleras que llevaban al piso superior. Sin darse cuenta apoyó su pie sobre un dibujo bastante tosco donde un caballero luchaba contra un dragón. A su alrededor vio varios dibujos más, donde héroes luchaban con bestias y salvaban princesas, todos hechos por la niña.
Hegrael sintió un vacío en el pecho. Tanto poder que poseían todos, y lo utilizaban de la forma más egoísta y destructiva posible. Una lágrima cayó por su mejilla mientras pensaba en la atrocidad que estaba a punto de cometer, pero fue interrumpido por un golpe repetido en la ventana.

Igor estaba asomándose y golpeando con el dedo en el vidrio para llamar la atención de Hegrael. Hegrael desvió rápidamente su mirada hacia el piso superior y se concentró en detectar las fuentes de calor, y se relajó al ver que todos dormían plácidamente.

Hegrael hizo señas de "¿qué pasa?" sin muchos ánimos de tener que lidiar con el paladín sádico.
Igor se llevo las manos a los costados de la boca y dijo en voz alta —¡Apurate viejo!

Por suerte no hizo falta decirle que se aleje, pues lo hizo solito mientras arrastraba la bola del mayal por el piso.

Hegrael decidió que esta familia ya estaba perdida, y era mejor que él matara al hombre en vez de que Igor mate a todos.

Subió al piso superior y encontró la habitación del elfo. Por suerte la puerta estaba abierta y pudo acercarse sigilosamente al costado de la cama.

La pareja dormía plácidamente, el alto elfo y su esposa humana. Qué vida difícil le esperaría a la niña media-elfa sin su padre.
Se acercó al elfo, colocó una mano a un centímetro de la boca del elfo y la otra la fue deslizando suavemente hasta ponerla en su nuca.

En un rápido movimiento retorció su cuello. El elfo no tuvo tiempo de reaccionar, y donde antes dormía despreocupadamente ahora yacía inerte sobre las sábanas amarillas.

El ritmo de la respiración de la humana cambió, y Hegrael temió haberla despertado. La humana se giró y extendió un brazo hacia el elfo, pero Hegrael lo sacó de la cama antes de que entraran en contacto.

Lo metió dentro de la bolsa mágica, al igual que hicieron con los dos medianos, y abandonó el hogar que acababa de destruir.

—Está hecho —le dijo a Igor que lo esperaba afuera.

Igor resopló disgustado.
—Vamos por Jamies entonces —dijo— Frans dijo que no podía tener más de treinta minutos muerto.

Hegrael dio un último vistazo a la casa pero no se animó a concentrarse en las fuentes de calor. Simplemente se giró y echó a andar sin mirar atrás.